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Graf von Faber-Castell presenta Vikingos, la Pluma del Año 2017


Modelada a partir de materiales selectos, la Pluma del Año 2017 revive la era de los Vikingos de manera fascinante. Cada trazo de la pluma transmite algo de la gracia con la que estas largas embarcaciones surcaron los océanos del mundo.

El barril en platino de esta versión de la edición limitada, posee finísimas incrustaciones de abedul rizado brillante. Según la mitología, éste era el “árbol de la protección” y fue, por lo tanto, especialmente venerado por los Vikingos.

Sin embargo, se necesita gran experiencia e incluso mayor destreza para tallar esta madera, porque el frágil rizado del abedul es muy difícil de cortar en astillas finas. Por lo tanto, es un procedimiento difícil, generalmente empleado sólo cuando se trabaja con gemas. El tono cálido y matizado de la madera incrustada está en perfecta armonía con los intensos tonos rojos de la luminosa cornalina: la piedra preciosa puesta en la pluma de la tapa del año. Esto resulta en una encantadora interacción con el fresco y brillante barril de platino grabado con el nombre de Graf von Faber-Castell al final en runas de filigranas - la escritura utilizada por los vikingos. Cada uno de estos instrumentos de escritura numerados individualmente es único. La pluma estilográfica equipada con plumín de oro de 18 quilates bicolores se limita a 500 piezas, el roller a sólo 150.

La versión de titanio de la pluma del año tiene un robusto recubrimiento de PVD de color antracita que le da un aspecto particularmente masculino. El roble ahumado gris mate - la madera de elección para la construcción de barcos Vikingos - crea un sorprendente contraste con la superficie metálica de alto brillo de la pluma estilográfica y el roller, que cambia de color a medida que se utiliza. La edición especial está limitada a 230 plumas estilográficas y 70 bolígrafos. Los casquillos de todos los instrumentos de escritura en esta edición se adornan con cuarzo ahumado gris brillante. La pluma estilográfica está equipada con un plumín de oro de 18 quilates con inscripción manuscrita y recubrimiento de rutenio. Todos los instrumentos de escritura incluyen su propio estuche de madera negra pulida de alto brillo. Un certificado con la firma del Conde Charles von Faber-Castell confirma que forman parte de una edición limitada.

Los barcos dragón fueron el sello de la era vikinga. Fueron considerados verdaderas obras de ingeniaría, y moldearon la construcción de embarcaciones europeas por siglos. Estos extraordinariamente maniobrables botes largos demostraron ser el modo ideal de transporte para exploradores y conquistadores: lo suficientemente robustos para soportar las altas mareas, y a la vez lo bastante planos para penetrar en los cauces internos de los continentes. Con velas rayadas en brillantes colores, espléndidas proas talladas en forma de cabeza de dragón y mascarones basados en los cuerpos de aves marinas, fueron el orgullo de sus tripulantes. Podían cubrir una distancia de 280 kilómetros por día; una velocidad que no sería igualada hasta la llegada de los primeros barcos de carga de finales del siglo XIX.

Los Vikingos acumularon enormes riquezas durante sus conquistas y viajes de comercio. Tenían un aprecio especial por el cuarzo y cuentas de cornalina. Su artesanía había llegado a un punto máximo en su tiempo, logrando increíbles tallas y piezas complejas y delicadas realizadas a mano en oro y plata. Los diseños de éstas usualmente parecen sólo ornamentales, pero si se las observa con detenimiento, revelan imágenes maravillosamente expresivas de animales. La joyería y piezas de arte estaban habitualmente inspiradas en el poder mágico de las runas.

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